miércoles, 27 de diciembre de 2006

La Historia Longobardorum

Aún se desconoce el motivo inspirador de esta obra, por lo que cabe pensar en la iniciativa espontánea del autor. Pablo Diácono conoció la "Gética" de Jordanés, la "Historia Francorum" de Gregorio de Tours y la "Historia Eclesiástica Gentis Anglorum" de Beda.
El otro gran pueblo germánico, el lombardo, tendrá también su historia, aunque no hay que pensar que Pablo Diácono tuviese un profundo sentido de una comunidad germánica. No obstante, cuando escribe sobre su pueblo, lo hace con orgullo, especialmente cuando delinea la descendencia del mismo, reproduciendo con gran dolor las discordias internas y guerras civiles,presentando una postura más "pacifista" referente a este tema que en la Historia Romana.
Aunque la Historia Longobardorum es general, tiene como centro la corte de Pavía. La casi totalidad de los hechos recordados se desarrollan en esta zona de Italia. Tampoco el autor es ajeno a una especie de patriotismo eclesiástico o diocesano, que se manifiesta al acentuar la grandeza de la Iglesia de Pavía frente a la metropolitana de Milán.
Pese a todo, Pablo Diácono contemplaba al pueblo lombardo como una unidad étnica reunida, en el plano político, bajo la mano de una monarquía, que era la expresión y el instrumento de esta unidad.
El gusto por lo anecdótico aflora frecuentemente en la Historia Longobardorum, y poco importa que con ello se interrumpa el ritmo del discurso, rompiendo la secuencia literaria a veces monótona, de reyes, batallas y rebeliones.
Entre las anécdotas que el Diácono refiere, se encuentran las que aluden a la mujer. Entre las muchas figuras femeninas de la Historia Longobardorum, hay pocas que alcancenun alto nivel moral a su juicio. Cuando una mujer se mezcla en los hechos políticos, los resultados o las derivaciones de los mismos suelen ser totalmente perniciosos. Esto mismo suele atribuir el autor a las mujeres bellas, que él son igualmente peligrosas.
Como en la Historia Romana, también en la Historia Longobardorum, la religiosidad del autor queda encubierta, de tal manera que no se diría la obra de un monje.
Silencia algún aspecto de su pueblo en los primeros tiempos, especialmente el tema religioso (se obvia el paganismo original de los lombardos y su posterior extravío por la herejía arriana).
Sin embargo, lo que más sorprende, es que pasa muy sutilmente òr alto mencionar la conversión de los lombardos al catolicismo, sólo puede pensarse que, omitiéndolo, elude la necesidad de poner de relieve la precedente herejía de su pueblo.
La importancia, como fuente, de la obra histórica de Pablo Diácono, es enorme, ya que sin ella nuestro conocimiento de casi dos siglos de historia italiana se hubiese reducido prácticamente a nada.

martes, 26 de diciembre de 2006

Sobre la obra de Pablo el Diácono: la Historia Romana y la Gesta Episcoparum Mettensium

Hasta nosotros han llegado las siguientes obras de Pablo Diácono:Historia Romana, Gesta Espiscoparum Mettiensium, Vita Beati Gregorii, Historia Longobardorum.
El orden de relación es también , con toda probabilidad, el orden cronológico de composición, estando fuera de toda duda el hecho de que la Historia Longobardorum fuese la última, ya que las tres anteriores son mencionadas en ésta.
La obra de Pablo Diácono fue compuesta en un arco de tiempo que va, aproximadamente, desde el 774 al 799, es decir, unos 25 años, en una vida que duró más de 70 años. Las dos primeras obras fueron escritas bajo el encargo, respectivamente, de Adalperga, duquesa de Benevento, y de Angilramo, obispo de Metz. Ambos, tenían en alta estima la erudición y el arte literario del Diácono.
El bagaje histórico-literario que revela en estas obras, es típicamente altomedieval, ya que apenas pueden rastrearse ecos de los grandes historiadores de la latinidad (aunque no por ello desconocidos en la Alta Edad Media, como Salustio, César, Tito Livio o Suetonio). El modelo historiográfico de Pablo Diácono es más elemental, tendente a ser un compendio. Tanto la "Historia Romana" como la "Gesta Episcoparum....", oscila entre las compilaciones de Solino, Mario Aventiciense, Segundo de Trento, Pseudo-Fredegario; todos importantes como fuentes, frecuentemente únicas, pero desarrolladas en un plano historiográfico en general bastante modesto.
Entre los modelos que Pablo Diácono utiliza y que tenía presente en sus escritos históricos, y a veces plagia, sólo Orosio, Gregorio de Tours, y Beda se elevan sobre un plano historiográfico más alto.

La "Historia Romana"

Esta fue la primera obra historiográfica que conocemos de él. Fue encargada como he dicho anteriormente por la duquesa de Benevento, Adalperga, y en cierta manera es una obra que gravita en torno a las exigencias de aquélla que la encargó.
Pese a todo, es la primera historia de Italia en la Alta Edad Media. Entre los posibles modelos historiográficos que se le ofrecen a Diácono para la redacción de la obra, se inclina por Eutropio, hecho significativo éste, el que prefiera a un pagano antes que a un autor cristiano como Orosio, quizá éste último era demasiado literario y con una cierta exhuberancia barroquizante que impediría su comprensión y apreciacióhn por parte de la duquesa, que no tenía, al parecer, una formación cultural alta. Es por ello que cuando Pablo el Diácono aúna pasajes de Eutropio con otros de Orosio, casi siempre simplifica el detalle, presentándolo lo más inteligible posible.
Su concepción ideológica no puede sustraerse de la visión agustinista al contemplar en los hechos históricos la mano de Dios, la actuación oculta del pensamiento divino. No obstante, las influencias paganas, heredadasa en este caso de Eutropio son visibles en la ausencia de noticias referentes a la historia sacra, especialmente en lo que atañe a la historia hebraica. Todo se reduce a la mención del nacimiento, predicación y muerte de Cristo, al martirio de Pedro y Pablo, y al breve recuerdo de una sóla de las persecuciones, la del emperador Decio.
El modelo que presenta Eutropio, tendente a lo conciso y lo escueto, no se contradice con el gusto del Diácono en esta obra po lo maravilloso, explicable si se tiene en cuenta a quién iba dirigida la obra, a una mujer, por lo que encontramos cierta preferencia por los portentos de la naturaleza, por las premoniciones de hechos más o menos extraordinarios y que son en definitiva manifestaciones encubiertas de lo divino o lo demoníaco. También revela en esta obra su inclinación a la precisión en los datos georáficos, centrándose fundamentalmente en la descripción de las bellezas de la Italia meridional.
Aparece también en su obra alguna que otra nota moralizante, sobre la mutabilidad de la fortuna humana, aunque está desprovista la idea del acento pesimista cristiano sobre la vanidad de las cosas terrenas.
El sujeto de su "Historia Romana" es el pueblo de Roma, desde los romanos de la ciudad a los de toda Italia y el mundo mediterráneo, configurándose como una historia universal en la cual se absorven la historia particular de varios pueblos.

"Gesta Episcoporum Mettensium"

Aquí, Pablo el Diácono inaugura un nuevo tipo de cronística, la "gesta" episcopal. Es el primer ejemplo de historia obispal al norte de los Alpes, y constituirá el modelo de sucesivas crónicas de este tipo.
Consiste en una serie cronológica de los obispos de la diócesis de Metz; casi todos ellos presentan el apelativo de "sanctus" o "beatus". Así mismo, hace una reseña de los hechos más memorables de la vida de cada uno, no faltando los toques milagrosos en incluso a veces, anecdóticos.
Su intención era la exaltación de la diócesis de Metz, ciudad antigua, heredera de una vieja tradición.
A través de la Gesta, es posible deducir cierta adhesión de Pablo Diácono al vencedor, Carlomagno, contemplado como la "espada protectora de la Iglesia": la victoria del rey franc es, al fin y al cabo, la justicia de Dios, y esta no se cuestiona.

lunes, 25 de diciembre de 2006

Breves apuntes sobre su vida


Pablo el Diácono, también conocido como Paulus Warnefrido, fue un monje benedictino que vivió aproximadamente entre 720 y 799. Durante algún tiempo estuvo en la corte de Pavía, siendo testigo de los manejos políticos de la época, ya que su hermano estuvo implicado en la rebelión de Rotgando contra los francos y fue hecho prisionero por ello.
Esta circunstancia, lleva a el Diácono a Francia seis años más tarde, con la esperanza de poder liberar a su hermano. De esta forma, conoce a Carlomagno, y su estancia en la corte, se prolonga por cinco años más, durante los cuáles enseña griego, y revisa una colección de homilías publicadas por Carlomagno con la siguiente advertencia:
"Nos imponemos la tarea de hacer revivir, con todo el celo de que somos capaces, el estudio de las letras, abolido por la negligencia de nuestros antepasados. Invitamos a todos nuestros súbditos a cultivar las artes liberales en la medida en que sean capaces de hacerlo: y en esto, damos ejemplo."
En el 776, se retira a Montecassino, comunidad monástica implicadísima en la vida política del momento, donde compone su última obra, "Historia Longobardorum", y donde, algunos años más tarde, muere.

La ciudad y los órganos de gobierno

Los órganos de gobierno del municipio eran la Asamblea Popular, el Senado y los magistrados.
Las funciones de la Asamblea, formada por todos los ciudadanos del municipio, consistían en la elección de los magistrados, la votación de peticiones al Senado y la aprobación de sus decretos.
Desde finales del siglo II, las Asambleas Populares desaparecieron y sus poderes pasaron al Senado. Este, se componía normalmente de 100 miembros elegidos entre los decuriones de edad superior a los 25 años, poseedores por censo de una fortuna no menor de 100.000 sextercios. Los magistrados eran elegidos cada año, y comprendían dos altos cargos correspondientes a los cónsules romanos, dos ediles y dos cuestores. Desde finales del siglo II, el gobierno central empezó a nombrar en algunos municipios funcionarios especiales, los curadores urbanos, para la vigilancia de las finanzas. Con el tiempo, el cargo acabó convirtiéndose en permanente y las competencias ampliadas.
Un elemento de la vida ciudadana, fueron las corporaciones (collegium, sodalium). Nacidas en épocas muy antiguas, alcanzaron un desarrollo particular durante el Imperio. Recibían el nombre de collegia las uniones locales de personas de una u otra profesión componiéndose al menos de tras personas.
Jurídicamente, las corporaciones se dividían en lícitas -permitidas oficialmente por las autoridades y que tenían personalidad jurídica- y las ilícitas -toleradas sólo mientras su actividad no asumiera formas peligrosas para el estado-. Los miembros debían pagar cuotas y las corporaciones porseían edificios en las que se organizaban las reuniones.
La zona occidentatal, pese a estar menos urbanizada que la oriental, tenía también un gran número de centros urbanos que hacían posible un tráfico comercial importante. Arlés y Lyon eran los focos más destacables de producción artesanal de la Galia, especialmente en la elaboración del metal. Colonia también constituía un centro importante y era la avanzadilla para el comercio con las regiones del norte. Sin embargo, las áreas fronterizas poseyeron una mayor debilidad urbana y las aglomeraciones que predominaron fueron fundamentalmente militares.

La ciudad en el Bajo Imperio


El mundo romano concebía la ciudad como "el soporte de la vida política, del arte y la cultura"(1). Era también la forma normal de organización del territorio y la unidad polìtica más fundamental.
La densidad urbana era muy desigual. La gran mayoría de la población se concentraba en la zona oriental del Imperio, que era también la más fuertemente urbanizada. Esta tradición se remontaba mucho antes de la conquista romana. Oriente constituía para el Imperio, una gran fuente de productos y mercancías, y poseía desde antiguo una importante clase comercial y artesanal. Una buena red de carreteras era la base de un activo comercio interior y a la vez el factor unificador de las ciudades.

En el siglo II, aparecen nuevos centros urbanos, formados en torno a los campamentos militares romanos. Estos campamentos atrajeron a comerciantes y artesanos locales, que construyeron en sus alrededores pequeñas aldeas, donde los soldados, normalmente licenciados del servicio, se estableceron con sus familias. A veces, estas aldeas llegaban a adquirir cierta consistencia, permaneciendo incluso después de que el campamento que le había dado vida fuese trasladado a otra parte. Ciudades de este tipo surgieron junto al Rin y el Danubio en el tiempo de los emperadores flavios y antoninos: Bonn, Maguncia, Argentorates Estrasburgo), Vindobona (Viena), Singiduno (Belgrado).
Los municipios estaban formados por las ciudades principales y las aldeas y suburbios que de ellas dependían. De los derechos municipales gozaban los nativos libres de un determinado municipio, no los extranjeros. Sus habitantes se dividían en tres categorías: Decuriones, augustales y plebe.
A la primera categoría, que correspondía a la de senador de Roma, pertenecía la nobleza local: terratenientes, grandes comerciantes, militares licenciados, etc.
Los augustales correspondían al orden ecuestre, y por lo general provenían de los libertos.
A la plebe pertenecía la restante masa de población libre.

(1) Weber, Max: La decadencia de la cultura antigua.